juego calamar traduccion

Problemas de traducción en ‘El Juego del Calamar’

‘El Juego del Calamar’ es la serie del momento, pero no está exenta de polémica. Contenido no recomendado a menores, ausencia de advertencias… y en España, muchos problemas en la traducción. ¿Lo has notado?

El Juego del Calamar se ha convertido en la revolución televisiva del momento. Los datos de Netflix son abrumadores, habiendo alcanzado casi los 150 millones de espectadores en apenas un mes de emisión en la plataforma. Si no la has visto, seguro que, al menos, has oído hablar de ella.

La serie coreana es todo un éxito, pero desde el principio la han acompañado algunas polémicas. La propia esencia de la serie, que hace una profunda reflexión sobre la sociedad y el uso de la violencia y abusos, la colocan en una posición incómoda para poder recomendarla a todos los públicos. Además, se ha criticado mucho la ausencia de advertencias sobre el contenido, más allá de la recomendación de edad.

Pero algo que nos ocupa y preocupa en Alos sobre el desarrollo de El Juego del Calamar son los graves problemas de traducción en el subtitulado de la serie en España.

Como ha denunciado la Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual en España (ATRAE), el trabajo de traducción se ha realizado mediante el método de posedición. Es decir, los textos de los subtítulos se han pasado por un traductor automático y, después, han sido levemente supervisados y corregidos por un profesional.

El resultado es, a lo largo de los nueve capítulos, muy pobre. Incoherencias, pérdida de dobles sentidos, errores gramaticales, pobreza léxica… ¿Cómo es posible que la serie de mayor éxito del momento tenga problemas tan flagrantes?

En este hilo de Twitter la propia ATRAE hace una recopilación de algunos (solamente algunos) de los numerosos problemas encontrados.

El problema de traducción se ha hecho visible en la serie de Netflix El Juego del Calamar, pero por desgracia es una práctica cada vez más extendida en las plataformas. Prime Video o HBO tampoco se libran de estas «pifias».

¿El culpable? Los intermediarios que tratan directamente con las distribuidoras (las plataformas) y a las que se les hace el encargo de traducir las producciones en cada país. En su afán por obtener mayor beneficio, dedican pocos recursos, optando en este caso por traducciones automáticas vagamente supervisadas.

Como siempre defendemos en Alos, la diferencia entre contar con un traductor profesional o no es enorme, afectando a la reputación y calidad de los contenidos.