¿Puede una sola palabra capturar la esencia de un año entero? En una época marcada por cambios vertiginosos: pandemias, avances tecnológicos, crisis sociales y transformaciones culturales, las palabras que seleccionamos como “del año” dicen mucho más de lo que aparentan. Son pequeños espejos del espíritu colectivo, de las inquietudes, esperanzas y temores que definen a una comunidad. En el mundo hispanohablante, esta práctica adquiere matices únicos al reflejar no solo realidades nacionales, sino también un complejo tapiz lingüístico compartido por más de 500 millones de personas.
En muchos países, instituciones como la Real Academia Española (RAE), FundéuRAE o medios de comunicación realizan cada año un ejercicio de síntesis cultural: elegir la palabra que, por su frecuencia, carga simbólica o relevancia social, definió mejor los últimos doce meses. Este fenómeno, que tiene su origen más consolidado en contextos anglosajones como el “Word of the Year” de Oxford, ha ganado fuerza en el ámbito hispano en la última década, revelando curiosidades lingüísticas fascinantes. Por ejemplo, mientras en España la palabra puede girar en torno a debates políticos, en Argentina puede surgir del lunfardo urbano, y en México quizás esté anclada a fenómenos sociales o culturales.
¿Qué revelan, entonces, las palabras elegidas cada año en los países hispanohablantes? Este artículo se propone recorrer algunas de esas elecciones recientes, analizar su contexto, y reflexionar sobre su significado e impacto cultural. Porque entender las palabras del año no es solo cuestión de semántica, sino de identidad colectiva.
La práctica de elegir “la palabra del año”
La selección de la palabra del año no es arbitraria. Generalmente, se basa en criterios como su alta presencia en medios de comunicación, redes sociales, discursos públicos o su capacidad para representar un fenómeno cultural, político o social. Instituciones como la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE) en España eligen su palabra en función de la actualidad lingüística y su corrección gramatical, mientras que medios o universidades en América Latina optan por enfoques más locales.
Estas palabras funcionan como marcas de memoria: condensan debates, emociones y tendencias de una sociedad. Algunas son nuevas, otras resurgen con significados adaptados. Además, este fenómeno ha adquirido un tono participativo en muchos países, donde ciudadanos pueden proponer o votar por sus candidatas. En el fondo, es un ejercicio colectivo de autoobservación.
Palabras del año recientes: Un recorrido por el mundo hispanohablante
A continuación, se presenta una tabla con palabras del año seleccionadas entre 2020 y 2024 en algunos países hispanohablantes, junto con su contexto de elección:
| País | Año | Palabra del año | Motivo de elección |
|---|---|---|---|
| España | 2022 | “Inflación” | Aumento sostenido de precios, gran impacto económico y mediático. |
| México | 2021 | “Vacuna” | Campañas de vacunación COVID-19, debates sociales y políticos. |
| Argentina | 2023 | “Niñez” | Foco en derechos de la infancia y desigualdad. |
| Colombia | 2022 | “Resiliencia” | Adaptación tras el paro nacional y recuperación post-pandemia. |
| Chile | 2020 | “Plebiscito” | Referéndum constitucional y renovación democrática. |
| Perú | 2024 | “Polarización” | Clima político tenso y fragmentación social. |
| Uruguay | 2023 | “Sustentabilidad” | Avance de políticas verdes y conciencia ecológica. |
Estas elecciones no solo muestran realidades locales, sino también tendencias globales que se reconfiguran en contextos nacionales específicos. Por ejemplo, mientras “vacuna” fue una palabra común en muchos idiomas en 2021, su carga emocional y política varió notablemente según el país.

Impacto cultural: Cuando una palabra trasciende su uso
Las palabras elegidas no solo capturan hechos, sino que moldean la forma en que los ciudadanos los interpretan. Por ejemplo, en Argentina, que “niñez” haya sido elegida refleja una creciente preocupación por la infancia y su representación en medios y políticas públicas. Esta palabra no solo describe un grupo etario, sino que trae consigo debates sobre pobreza, educación y derechos.
En Chile, el uso constante del término “plebiscito” no solo fue descriptivo de un evento electoral: se transformó en símbolo de cambio social, resistencia y expectativas colectivas. Del mismo modo, palabras como “resiliencia” en Colombia adquieren un tono esperanzador que ayuda a reconstruir el tejido social tras momentos de crisis.
Estas elecciones tienen también una dimensión pedagógica. Al visibilizar determinadas palabras, se promueve la reflexión lingüística y cultural, el análisis crítico del lenguaje y su papel en la formación de narrativas.
Una invitación al juego lingüístico y cívico
Más allá del aspecto académico o mediático, las palabras del año pueden convertirse en un recurso educativo y participativo. Algunas ideas para involucrarse:
- En el aula: Analizar las palabras del año en distintos países como punto de partida para reflexionar sobre actualidad, diversidad cultural y lenguaje.
- En redes sociales: Organizar encuestas o campañas para que las personas propongan su palabra del año.
- A nivel personal: Llevar un diario de palabras significativas cada mes y elegir la que definió tu año personal.
Además, este fenómeno puede ser inspiración para escritores, periodistas y creadores de contenido, al conectar lenguaje y sociedad en un ejercicio de observación continua.
Una palabra, mil realidades
Cada palabra del año es una llave que abre puertas hacia los anhelos, temores y prioridades de una sociedad en un momento histórico particular. No son solo términos populares, sino constructos culturales que encapsulan transformaciones profundas. Así, “inflación” en España, “plebiscito” en Chile o “polarización” en Perú no son simples registros léxicos, sino radiografías lingüísticas del sentir colectivo.
En un mundo hispanohablante tan diverso como interconectado, comparar las palabras del año nos permite identificar puntos de convergencia: como la preocupación ambiental o la crisis sanitaria; y de divergencia: como los distintos énfasis políticos o culturales. Y lo más importante: nos recuerda que el lenguaje no solo describe el mundo, sino que también lo construye.
Entonces, ¿cuál será tu palabra del año? Elegirla, pensarla y compartirla puede ser un acto de conciencia cultural y de autoexpresión. Porque en el fondo, toda palabra encierra una historia, y toda historia merece ser contada.
Preguntas frecuentes (FAQ)
Depende del país y del enfoque. En España, por ejemplo, la FundéuRAE selecciona la palabra del año basándose en su relevancia lingüística y actualidad mediática. En América Latina, suelen ser medios de comunicación, universidades, lingüistas o incluso votaciones populares quienes deciden. No existe una única autoridad central, lo que da lugar a una rica variedad de enfoques.
Porque sintetiza los acontecimientos, emociones y tensiones de un año determinado. Elegir una palabra ayuda a visibilizar fenómenos sociales y reflexionar sobre el lenguaje, que no es neutro: transmite valores, ideologías y cambios culturales.
No necesariamente. Algunas ya están registradas en el Diccionario de la lengua española (DLE), otras son neologismos o términos que aún no han sido aceptados oficialmente. Sin embargo, su elección contribuye a su legitimación social y puede acelerar su inclusión futura.
Sí. Aunque todos hablan español, cada país vive realidades distintas. Por eso, mientras en un país la palabra del año puede estar relacionada con un fenómeno político, en otro puede aludir a un tema ambiental o sanitario. Esta diversidad enriquece la perspectiva panhispánica del idioma.
Algunas organizaciones abren procesos participativos a través de encuestas en línea o redes sociales. También puedes proponer tu palabra en foros, blogs o comunidades lingüísticas. Incluso a nivel personal o educativo, es un excelente ejercicio de reflexión crítica sobre el año vivido.




